RECORDANDO LO VIVIDO EN LA CUARESMA, SEMANA SANTA Y PASCUA DE RESURRECCIÓN 2014: Domingo de Resurrección agridulce...

El Domingo de Resurrección amanece lluvioso, aún así, la Hermandad anuncia con toque de diana a cargo de la Sociedad Filarmónica Nuestra Señora de las Nieves de Olivares el gran día que se nos presenta. Los cohetes no paran de sonar durante toda la mañana y la Solemnísima Función en honor de nuestra Venerada Titular se celebra con total normalidad. Una Función espléndida, con los cantos del coro flamenco de la Hermandad, y las bellas palabras de nuestro Director Espiritual.
Tras la misma, y con algo de incertidumbre por las inclemencias meteorológicas, la Junta de Gobierno decide realizar la Procesión Eucarística con el Santísimo Sacramento bajo palio, al que la Santísima Virgen de los Dolores se inclina tres veces en la plaza principal del pueblo, haciéndole las Venias a su amado Hijo. La procesión culmina en la Iglesia Parroquial con la Bendición y Reserva de su Divina Majestad. Una vez que el cortejo de regresó al Oratorio, el coro entonó la Salve a la Santísima Virgen, sirviendo este gesto de despedida hasta la tarde gloriosa de la Resurrección del Señor.
A las seis y media de la tarde, con un sol de justicia y después de las lluvias caídas durante todo el mediodía, hizo su entrada en el pueblo la Sociedad Filarmónica Nuestra Señora del Carmen de Salteras, que recorrió en alegre Pasacalles, las calles por las que mas tarde discurriría la Procesión de nuestra Venerada Titular.
Pero a las siete de la tarde, la ilusión se truncaba. Todo hacía presagiar el peor de los finales, pero con un poco de esperanza, la Junta de Gobierno se reunía y decidía dar una tregua y posponer la salida a las ocho de la tarde.
A las ocho de la tarde y de boca del Hermano Mayor, se confirmaba... "la Virgen de los Dolores no paseará por las calles de su pueblo en esta bonita tarde".
Entre cohetes, vítores y aplausos, la Santísima Virgen se asomó al dintel de la puerta en el que todos sus hijos soleanos entonaron su himno "a Tus piés van los soleanos".
El "ahí quedó" en la voz de nuestro capataz y el sonido del martillo dieron paso a tremendos aguaceros que no cesaron hasta bien entrada la madrugada.