Lo podemos contabilizar de muchas maneras… 4 meses, 17 semanas, o bien, 127 días, 3.048 horas, o lo que es lo mismo, 182.880 minutos… 10.972.800 segundos.
En definitiva, ha sido tiempo, mucho tiempo, un tiempo de vacío. Vacío físico por no poder ver con nuestros ojos a nuestra Madre de los Dolores en su bello rincón de la Iglesia, rincón que se ha llenado de oraciones, rezos, súplicas y lágrimas, pero sobre todo de ESPERANZA, esperanza que hoy más que nunca tenemos en auge, sabiendo que pronto, muy pronto estará con nosotros.
En esta larga espera, no ha estado sola, le han llegado a su taller en pleno corazón de Triana, todas esas muestras de amor que cada hijo o hija le ha ido haciendo. Muestras de amor que, a ELLA, también le ha acortado su larga espera para el reencuentro con todos sus hijos soleanos.
